A principios de 1984 se comenzó a notar un aumento de temperatura en el volcán. Posteriormente, desde diciembre de 1.984, los campesinos comenzaron a ver morir los peces de la cuenca del Otún, del Recio y de Lagunillas.
“Ese 13 de noviembre salí a las nueve de la noche hacia Mariquita a una comida familiar y una hora después la avalancha bajó por las calles de Armero”, afirmó la líder comunal.
Recuerda que, minutos después de salir del pueblo, cuando iba en el vehículo, se desató una tormenta con truenos y vientos, y al llegar a Mariquita, a unos 20 minutos, se fue la luz. Cuando trataba de dormir un temblor de tierra la sacó de la cama.
“Llamé al teléfono fijo de mi casa en Armero, pero las líneas no servían y con temor me dormí pensando que algo extraño había sucedido”, dijo María Adilia.
Al día siguiente, cuando los medios de comunicación daban a conocer el desastre, María Adilia lloró desconsolada y, aunque le dio gracias a Dios por su suerte, no dejaba de pensar en los 40.000 habitantes que quedaron en el pueblo.
“Me salvé por una hora”, señala la mujer, que al volver encontró su casa en ruinas y además perdió cinco de sus familiares, entre primos y sobrinos.
“Me salvé por una hora”, señala la mujer, que al volver encontró su casa en ruinas y además perdió cinco de sus familiares, entre primos y sobrinos.
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16429248
Comentarios
Publicar un comentario